sábado, 30 de marzo de 2013

Hacerse el distraído.


Cada día se resume en una ensalada colectiva de la vida.
Todo se vuelve otra cosa porque yo quiero,
somos de esa clase que no soporta sostener la mirada.
Infinitos golpes para salir siempre de mí,
algo que saque afuera, un poco de música
no sé, una canción de las tristes.
De aspecto dormido como si el mundo
fuese un error, un mundo que se hace sin querer.
¿Cómo sabe alguien tanto
si todos estamos viviendo por primera vez?
como yo y cada uno de los que saben algo,
nadie sabe porque nadie sabe nada.
En cada error hay un vértice que desconocemos,
un ángulo oculto que trepamos en falso.
Mucha confusión, como cuando suena una música de fondo
y no nos damos cuenta hasta cuando queremos romper
el equipo que emite ese sonido que nos rompe los silencios
del cerebro mutilado.
La afirmación la creo con pedazos de malentendidos
y esa es mi verdad. La de todos los que saben algo.
Sedimentos, retazos de ilusiones que pulimos
con esfuerzo para decir: ¡yo sé!

lunes, 25 de marzo de 2013

Soy diciendo.


Ayer estaba pensando: qué difícil es contar algo.
Qué difícil hacer un recorte, elegir las palabras,
acompañarlas con los gestos correctos; los que dicen
lo que siento, lo que estoy sintiendo, lo que pasa,
lo que pasó, lo que pareciera que va a pasar.
Qué difícil relatar sentimientos,
qué raro es definir sensaciones.
Y al mismo tiempo, qué hermoso es
cuando una palabra logra capturar, bordear,
tocar alguna de mis emociones.
A veces me siento contenta
cuando sé decir. Me da confianza en
mí.

Quizás porque

Quizás soy yo con la vista distorsionada y un corazón de piedra,
o quizás son ellos con sus giladas y vueltas.
Quizás soy yo con mi pensamiento erróneo o correcto,
o quizás son ellos con sus encuentros y desencuentros.
Quizás soy yo con mis idas y vueltas,
o quizás son ellos con sus problemas y carencias.