Me desperté. Apenas abrí los ojos, vislumbre un rayito de sol que se filtraba por la persiana. Era mi habitación, un poco desordenada como de costumbre, con mi vaso de café de la noche anterior y mis discos desparramados. Cuando pude abrir bien los ojos me levanté de la cama y caminé hacia el espejo. Al reflejarme en él me sorprendí. No sé si lo que sentí en ese preciso momento fue mas terror o sorpresa, fue una mezcla extraña. Cerré por un rato los ojos, los apreté fuertemente como deseando que fuera un sueño y poder despertar, y volví a abrirlos, pero no funcionó, la figura seguía ahí, parada sin moverse mirándome fijamente. Levanté mi brazo mientras observaba como la figura en el espejo me copiaba. Hice caras, muecas pero todo fue en vano, la figuraba del espejo no dejaba de copiarme. Me sentía perseguida, agobiada. Tenía la sensación de que la figura me atrapó, encarceló y no me dejaba salir. Quería escapar, huir pero no tenía como, entonces observé desde otro ángulo a la figura. Noté como a pesar de que sus movimientos eran iguales a los míos, sin embargo, la figura tenía otra modalidad, tenía otro carisma. Actuaba como si no le preocupara nada, como sí fuera feliz viviendo atrapada en el espejo. Y entonces ahí comprendí que la que tendría que estar asustada en ese momento era la figura, no yo. Me sentí egoísta, asustarme yo sabiendo que tranquilamente podría dar media vuelta y volver a mi vida normal y pensar que la figura no le quedaba otra alternativa. No podía escapar del espejo, no podía salir de él, tenía que pasar el resto de su vida obedeciendo mis órdenes. No me gustaba lo que veía, la observaba triste pero ocultándolo, como tratando de crear un antifaz. La veía sola, sin libertad. Entonces, en un acto de impotencia, agarré mi peine y comencé a golpear el espejo, como tratando de romperlo y que la figura pudiera escapar. Luego de varios intentos y lágrimas, logré romperlo. El espejo se dividió en centenares de pedazos, pero la figuraba seguía ahí, dividida. Entonces me rendí, la mezcla de tristeza e insomnio no me dejaba pensar. Volví a la cama, me tapé hasta la nariz y caí en un profundo sueño. Luego la figuraba desapareció.
Primero hay que empezar los cambios dentro de uno mismo para notarlos en lo demás.
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