Que bien te ves cuando en tus ojos no importan si las horas bajan...
jueves, 10 de abril de 2014
Garabatos en el margen
Cuando algo no nos gusta lo tachamos, lo distorsionamos, lo dejamos debajo de un sin fin de garabatos. No lo borramos, solo lo ocultamos.
Ese nombre, dibujo o frase que alguna vez sentiste tanto por aquello y que algún día, en alguna clase de matemática o historia distraída, soñando despierta, lo hiciste en el margen. Hoy recorres esas hojas viejas y lo ves y ya no sentís nada, absolutamente nada y te preguntas cómo puede ser, cómo todo eso que sentías que pensabas que nunca iba a terminar, hoy ya no te provoca nada. Hasta quizás, te da un poco de vergüenza pensar que escribiste su nombre en el margen de una hoja donde esta la función cuadrática. Hoy decidís tacharlo, distorsionarlo, ocultarlo, no verlo mas, pero no lo borramos, hasta sabríamos que debajo de esa mancha de liquid paper estaba su nombre.
Ahora tenemos otra hoja sobre nuestro banco, donde la materia ya es otra, y esta vez no es cuadriculada. Ahora no escribimos con azul, sino con negro. Ahora pensamos en otra cosa. Y ese nombre que alguna vez ocupó un pequeño espacio de algún margen, hoy es reemplazado por otro y esta vez no lo ocultamos, porque nos gusta leerlo una y otra vez. Hoy no lo tachamos, ni distorsionamos, ni lo ocultamos. Mañana quizás si.
Nunca olvidamos, siempre superamos.
Ese nombre, dibujo o frase que alguna vez sentiste tanto por aquello y que algún día, en alguna clase de matemática o historia distraída, soñando despierta, lo hiciste en el margen. Hoy recorres esas hojas viejas y lo ves y ya no sentís nada, absolutamente nada y te preguntas cómo puede ser, cómo todo eso que sentías que pensabas que nunca iba a terminar, hoy ya no te provoca nada. Hasta quizás, te da un poco de vergüenza pensar que escribiste su nombre en el margen de una hoja donde esta la función cuadrática. Hoy decidís tacharlo, distorsionarlo, ocultarlo, no verlo mas, pero no lo borramos, hasta sabríamos que debajo de esa mancha de liquid paper estaba su nombre.
Ahora tenemos otra hoja sobre nuestro banco, donde la materia ya es otra, y esta vez no es cuadriculada. Ahora no escribimos con azul, sino con negro. Ahora pensamos en otra cosa. Y ese nombre que alguna vez ocupó un pequeño espacio de algún margen, hoy es reemplazado por otro y esta vez no lo ocultamos, porque nos gusta leerlo una y otra vez. Hoy no lo tachamos, ni distorsionamos, ni lo ocultamos. Mañana quizás si.
Nunca olvidamos, siempre superamos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)