Tengo frío y fuera hace 30°. Los escalofríos se vuelven costumbre. (Deberíamos acostumbrarnos a acostumbrarnos. O tal vez no y quejarnos todo el tiempo, tal vez nos encanta, sentirnos desdichados todo el tiempo, maldiciendo y repitiendo una y otra vez. Tal vez eso es lo que nos mantiene con vida). La cama me queda grande. Hay lugar para dos, todavía no encontré al dos. A mi cintura le falta una mano y a mi boca le sobra un beso.
Me tocas y me desvanezco. El simple contacto de tu piel con la mía logra derretirme, como si en tu tacto me enviaras 400 voltios de energía. Y yo me pregunto que tenes, como lo logras, te admiro, tu poder se me vuelve magnifico.
Creo que tendría que seguir soñando.
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