Esa arma, la única capaz de destruirnos por dentro.
Nunca se va, nunca nos suelta. Siempre esta ahí, presente en nuestra mente, y por mas que este media escondida o camuflada, siempre va a seguir ahí.
Dicen que mañana es mejor, pero vivimos encadenados al pasado y por mas que los días pasen y que la cadena se haga mas larga, siempre va a seguir atada a nuestros tobillos. Pesa. Los días pesan.
Que bien te ves cuando en tus ojos no importan si las horas bajan...
miércoles, 22 de mayo de 2013
viernes, 17 de mayo de 2013
Pienso que pienso
Pienso en como te pones cuando te enojas, o como sos cuando estas de mal humor. Como es tu cara a la mañana o si se te hinchan los ojos cuando recién te despertas. Pienso en como te pones cuando lloras o que cosas lo provocan. Como sos cuando te decepcionas, o como es tu cara de felicidad. Como son todas tus sonrisas. Pienso en como sos cuando amas o extrañas. Pienso en como sos cuando estas borracho o como es tu desnudez. Pienso como son tus besos y abrazos, pienso en como serian tus caricias. Como es tu voz o como suena tu risa. También pienso en como es tu cara cuando escuchas un tema que te gusta, en como sos cuando hablas sobre un tema que te emociona. Pienso en como sos cuando tocas la guitarra, o como comes. Pienso en como sos cuando estas conmigo o sin mi.
Pienso en como me dejas cuando te vas.
sábado, 11 de mayo de 2013
Nadie sabe por qué nos gusta el helado de chocolate
Nos sentamos en un parque, como a las 7 de la noche, la ausencia de nubes dejaba ver las estrellas, además el silencio no estorbaba y eso me hacía sentir cómoda, no con el lugar, porque dónde estaba sentada era duro y mi raya comenzaba a desaparecer, estaba cómoda porque sentía la tranquilidad rodeándome y la felicidad cerca, si es entendible, no lo sé, sólo sentía que el tiempo se volvía nada, que todo desaparecía, y cómo el mundo se reducía a nosotros dos, a nuestras palabras, a nuestros silencios, a lo que eramos en ese instante que quería que no se acabara. Era la química haciendo su efecto y mi mente buscando razones que nunca existieron. Nadie sabe por qué nos gusta el helado de chocolate, o de vainilla o de ron con pasas, simplemente gusta y ya, los porqués no importan, el helado lo disfrutamos sin pensar de qué está hecho, sin saber si tiene más azucar o más leche, eso no es indispensable, se siente y se sabe, son insignificantes las razones. Igual pasa conmigo. Yo no sé porque me gusta (él) y a veces intento encontrar cosas que se hayan repetido en otros para decir que los prefiero altos, o bajos, o tímidos o extrovertidos, pero es mi parte calculadora la que hace el trabajo ahí, y ahora comprendo, que es mejor dejar a la otra parte hacerlo todo. A veces me enredo no logro distinguir entre una buena conversación y una conexión mágica, pero es porque le doy vueltas en mi cabeza y sé que esto no es cosa de la cabeza, el amor (cualquiera que sea) se siente en el corazón.
miércoles, 1 de mayo de 2013
Medianeras
Buenos Aires crece descontrolada e imperfecta, es una ciudad superpoblada en un país desierto, una ciudad en la que se yerguen miles y miles de edificios sin ningún criterio. Al lado de uno muy alto hay uno muy bajo. Al lado de uno racionalista, hay uno irracional. Al lado de uno estilo francés hay otro sin ningún estilo. Probablemente estas irregularidades nos reflejen perfectamente. Irregularidades estéticas y éticas.
Los edificios, como todas las cosas pensadas por el hombre, están hechos para que nos diferenciemos los unos de los otros. Existe un frente y un contrafrente, están los pisos altos y los bajos, los privilegiados son identificados con la letra A, excepcionalmente la B, cuando más progresa el abecedario más categoría tiene la vivienda, las vistas y la luminosidad son raras veces promesas que coinciden con la realidad.
Hacer fotos: una manera de redescubrir la ciudad y la gente, buscar la belleza aun donde aparentemente no la hay, observar es estar y no estar, o tal vez estar de una manera distinta.
Todos los edificios, absolutamente todos, tienen una cara inútil, inservible, que no da al frente ni al contra-frente: la medianera: Superficies enormes que nos dividen y nos recuerdan el paso del tiempo, el smog y la mugre de la ciudad. Las medianeras muestran nuestro costado más miserable, reflejan nuestra inconstancia, las grietas, las soluciones provisorias, es las basura que escondemos debajo de la alfombra, sólo nos acordamos de ellas excepcionalmente, cuando vulnerada por las inclemencias del tiempo dejan filtrar sus reclamos. Las medianeras se han convertido un medio más de la publicidad, que en raras excepciones han logrado embellecerla, por lo general son dudosas indicaciones de los minutos que nos separan de los grandes supermercados o de la comida rápida, anuncios de loterías que nos prometen mucho a cambio de casi nada, aunque últimamente nos recuerdan la terrible crisis económica que nos dejó así: desocupados. Contra toda la opresión que significa vivir en estas cajas de zapatos, existe una salida, una vía de escape, ilegal, como todas las vías de escape, en clara contravención contra el código de planeación urbana se abren unas minúsculas e irregulares e irresponsables ventanas que permiten que unos milagrosos rayos de luz iluminen la oscuridad en la que vivimos.
Los edificios, como todas las cosas pensadas por el hombre, están hechos para que nos diferenciemos los unos de los otros. Existe un frente y un contrafrente, están los pisos altos y los bajos, los privilegiados son identificados con la letra A, excepcionalmente la B, cuando más progresa el abecedario más categoría tiene la vivienda, las vistas y la luminosidad son raras veces promesas que coinciden con la realidad.
Hacer fotos: una manera de redescubrir la ciudad y la gente, buscar la belleza aun donde aparentemente no la hay, observar es estar y no estar, o tal vez estar de una manera distinta.
Todos los edificios, absolutamente todos, tienen una cara inútil, inservible, que no da al frente ni al contra-frente: la medianera: Superficies enormes que nos dividen y nos recuerdan el paso del tiempo, el smog y la mugre de la ciudad. Las medianeras muestran nuestro costado más miserable, reflejan nuestra inconstancia, las grietas, las soluciones provisorias, es las basura que escondemos debajo de la alfombra, sólo nos acordamos de ellas excepcionalmente, cuando vulnerada por las inclemencias del tiempo dejan filtrar sus reclamos. Las medianeras se han convertido un medio más de la publicidad, que en raras excepciones han logrado embellecerla, por lo general son dudosas indicaciones de los minutos que nos separan de los grandes supermercados o de la comida rápida, anuncios de loterías que nos prometen mucho a cambio de casi nada, aunque últimamente nos recuerdan la terrible crisis económica que nos dejó así: desocupados. Contra toda la opresión que significa vivir en estas cajas de zapatos, existe una salida, una vía de escape, ilegal, como todas las vías de escape, en clara contravención contra el código de planeación urbana se abren unas minúsculas e irregulares e irresponsables ventanas que permiten que unos milagrosos rayos de luz iluminen la oscuridad en la que vivimos.
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