martes, 9 de octubre de 2012

Nunca pensé que iba a decir esto, pero como también se rompe la relación con un novio y con un amigo, asimismo se puede romper una familia. Y no estamos hablando de que papá engañó a mamá o viceversa. Tampoco estoy hablando sobre que la familia entera se rompió. Solo hubo una pequeña división. Por un lado ellos tres, tan felices como siempre con su hijo prodigio  Y por otro lado yo, "la oveja negra de la familia", la irresponsable, rebelde, egoísta, maleducada, etc. (que triste suena decir que un perro te suplantó).

Esto ya venía hace rato. Una lucha constante entre ellos y yo. Creo que nunca quise entender y ellos nunca quisieron cambiar su postura. ¿Por qué tan anticuados? La gente cambia, las cosas cambian, los años pasa y las épocas continúan. No quiero echar culpas ni remordimientos, no quiero decir quien tiene razón y quien no. Pero llegue a un punto en lo que todo me da igual. Lo que ellos piensen, lo que quieran y lo que debería hacer.
No supiste hacer otra cosa que insultarme. Tan vos. Tan vos siendo insoportable. Los portazos no te bastaron y yo seguía ahí, tumbada en la cama tapándome los oídos para agudizar tus gritos.
Fue tanta la impotencia que cuando lograste callarte e irte no se me ocurrió otra cosa que agarrar todas tu fotos y romperlas, romperlas en mil pedazos. En realidad, deseaba quemarlas, pero no era el lugar ni el momento.



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